La
niebla invernal desafiaba el protagonismo del amanecer radiante. Ya había dentro
de muchas casas del barrio nerviosos preparativos de las familias que cocinaban
pastelitos, empanadas y tortas para llevar a la “Feria del Plato”. En la Casa del Niño "Arco Iris" los
improvisados “plomos” armaban el sonido y ya se templaba la guitarra de algún
cantor.
Un
muchacho, virtualmente colgado del dintel del amplio corredor de la casona,
ataba una bandera que cubría todo su ancho, las señoras inflaban globos
celestes y blancos y los colgaban en ramilletes sobre la reja, y las maestras
calentaban el chocolate para repartir en la fiesta.
Casa del Niño "Arco Iris" |
Los
estudiantes del secundario para adultos del Programa FinES 2 habían organizado
su homenaje a la bandera. En la comisión que funciona los martes y jueves, votaron
a sus abanderados siguiendo los valores que ellos mismos acordaron:
responsabilidad, compañerismo y asistencia.
A eso
de las 11 de la mañana empezó el acto, destacando en su discurso de apertura el
homenaje a don Manuel Belgrano, como redactor del primer programa de educación
popular en 1798. Inmediatamente, ingresó la Abanderada Analía
Maciel , y sus escoltas Daniela Bueno y Marcelo Romero.
El
Himno Nacional, interpretado en vivo por la Escuela de Música Resonancias, invadió la quietud
de las calles del barrio La
Fortaleza. La fiel entonación del Coro Azahares ponía “alta
en cielo un águila guerrera”, y el vecindario transformado en protagonista del
homenaje, se apropiaba de la
Patria y la abrigaba al calor del barrio.
El sol
ya brillaba sobre las cabecitas de unos chicos, que observaban curiosos con su
vasito de chocolate humeante todo el acontecimiento desde las escaleras de un
tobogán.
Terminado
el acto formal empezó la fiesta popular, los jóvenes del Ballet de la Casa de la Cultura enfundados en su
impecable vestimenta tradicionalista, impulsaron una atractiva dinámica,
mientras que el público muñido de su empanada y su termo apreciaba la suave
cadencia de una zamba.
Una
camioneta con megáfono ofrecía papas a dos kilos por cuatro pesos, un perrito
distraído subido al escenario, a lo lejos una sierra y un martillo afirmaban
una casilla de madera, y a grito pelado la voz y la guitarra de Gabriel, el
joven cantautor de Villa Elisa, sorprendía al público.
Don
Manuel Belgrano se arropó, se dio vuelta en su lecho, y con una sonrisa
esperanzada siguió su eterno descanso, hoy había estado en
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